cuando abras los ojos
te voy a contar,
te voy a contar,
que estoy
desorbitada,
y me aplasta tu mano azul
una parte del
pulmón.
No estamos
para siempre,
Un instante que
cuesta,
Y resta la
idea de sobrevivirte.
Rozando con la
nariz
un pulóver que
es tuyo,
no me
encuentro,
estaba aquí,
lo dejé por aquí,
tercer estante de la biblioteca.
Estoy segura y juro
estaba aquí,
lo dejé por aquí,
tercer estante de la biblioteca.
Estoy segura y juro
que el centro de todo esto
está en algún lado.
El desorden de
las cosas
me atraviesa,
río en la
planta de mis pies.
Pienso en esos
atardeceres grises
que caían por
tu espalda.
Me dobla el cansancio,
impermeable,
sorprendente,
como lluvia en agosto.
Una calle
negra
aparece antes
de una vía,
se vuelve
espacio infinito
entre el viaje
y tu voz.
Ahuecar el
corazón
entrar al
espiral,
collar de
palabras,
aquietan
turbulencias.
Desentierro el
carnaval
en esta
esquina,
y me quedo
esperando
las explicaciones
de lo sucio
que es ser.
Por ahí la
verdad
se pele en
huesos
arda y entre,
hueco por
hueco
para que pueda
yo saber
que me trajo
hasta acá.