Porque estoy estancada, no duermo, no sonrío y si brindo es con el único propósito de ver el vaso vacío para volverlo a llenar.
Detesto a las mujeres que a pesar de todos sus defectos pueden enamorar a un hombre al punto de llevarlo de las narices, enterrarse en sus ejes y hacerlos girar en torno a ellas.
Porque es una capacidad de la cuál me veo desposeída. Tratando de ser perfecta, lo único que hago es calarme los huesos y no concebir ni una sola mirada atenta.
Desprecio a los que creen sabérselas todas, y mienten y mienten y roban y estafan, aún así duermen y se creen ejemplos...
Porque cuando yo lo hice, no supe manejarlo, quedando en evidencia, sintiéndome ladrona, mentirosa y estafadora.
Me odio por no saber parar, por ser tan insaciable, mi verborragia estúpida, siempre disconforme con el mundo, incómoda donde esté. Me odio mas por no saber a dónde ir, no saber elegir, no saber aceptarme, ni aceptar ayuda.
Odio a la gente mala que se siente buena, a la familia que está tan lejos, mis ganas de llorar, mi ira que me quema la panza y no me deja comer, mi angustia, mis anteojos empañados, el calefón que se rompe, el auto que no arranca, los problemas que no paran de llegar... Las comas que separan y pausan tanta decepción.
Odio la impotencia, y agradezco estar tan lejos de todos y tan sola, porque es la única forma en la que me voy a poder curar.