seguir la costura y llegar a la cima de este durazno de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. aquí las nubes se componen por ácaros de agua y es necesario nadar orillándote para descansar. si es que me da un calambre habitaré en lo que queda de la cáscara clavada en los arcos de tu cuerpo. hay que encontrar brazos largos para escarbar entre temperaturas humedales y pelusas.
voy tirando del cable estabilizador de tensión que hay entre tus lagunas. soy un artefacto cuando te parasito entre el pasto y la nada. hablar de junglas con pájaros y peces es desnaturalizar las cosas que marcaron las fantasías en la memoria de tu piel de gallina.
De a ratos parece que es como vivir en una consola de videojuegos. respiramos un 8bit que se replica en las esquinas. Una melodía empastada, que se mete en el aire y nos hace repetidores de ceros y unos ceros y unos unos, unos, ceros. Los umbrales de moral de los que hablás son los obstáculos que salto para rescatar a una princesa de un femicidio. No vaya a ser cosa que encima la culpen a ella por ser mujer, usar vestido y andar sola. Ahora llueven píxeles azules y vos me gritás un prejuicio fuerte, horrible, comparativo, mucho, demasiado terrenal para tanto realismo mágico. Seguís gritando, no te aguanto, la melodía suena y nos atrapa, y yo repito, todos los personajes repiten y vos gritas, repetir nos aleja de lo que somos en realidad. Gritate vos tu postverdad es el nivel de la lava, y de esas hogueras de brujas en el que siempre salto,caigo y me muero de impotencia.
Ni que fuera feriado o una segunda temporada de un sábado pero no, faltan días completos para el fin de semana. Las jornadas son montículos de horas iguales en una oficina chiquita llena de lámparas de bajo consumo. Y si, al personal fofo nadie quiere iluminarlo con leds de filtros UV. No hay argumento que justifique el gris opaco de esta ciudad ni sus autos, o sus plazas llenas de palomas y vestigios coloniales que no dejan nada librado a la imaginación solo capas de pinturas y cal con los colores de la nueva gestión. Nos atraviesa la historia del feudo gobernado por el hijo del hijo del hijo del terrateniente. Nos atraviesa el discurso del religioso dolido, muerto de miedo a la más mínima expresión de libertad. Para escaparnos de aquí deberíamos mudarnos a un placard, simular una explosión y vivir como polillas.