Llamé a Darío mi mecánico amigo,
amigo porque mi auto es una porquería, sumado que no lo sé cuidar
por ende pasa mucho tiempo en el taller, donde siempre hay cumbia,
asadito y vino. Me atendió y me dijo que estaba en Santa Fe porque
se le había muerto la vieja, que hable con Pedro su socio que
también me cae bien. A las 19 hs estaba Pedro revisando el 12 que no
arranca, lo ató a su chata y fuimos al taller yo estaba segura que
era la batería le decía en el camino. Lo cargué porque estaba
vestido de chomba blanca, unos jeans, mocasines y perfumado, tentado
me dijo que saque un envase del baúl y que compre una cervecita para
charlar.
Prendió la radio, con Wanabara de
fondo comenzó a hablar sin pedir permiso, mientras destapaba la
Salta con el encendedor. Ates de hacerme el auxilio venía de
meditar, hacía un mes que se había separado, y para sacarse todo
ese abandono de encima fue a parar a un centro de meditación donde
asegura que habla con Cristo, todo esto mientras se ponía por encima
de su ropa limpia el overol azul con cierre plateado. Resulta que en
ese asunto de buscar la cura a la separación de su mujer y su hija
conoció a una minita que es vegetariana y se la enganchó.
Se le comenzaron a engrasar las manos y
metía la pelada dentro del motor, le preguntaba por su novia nueva,
15 años se llevan, ella viene de chaco y trabaja en una oficina
postal, tiene caderas anchas y eso lo vuelve loco. Hace unos días
formalizaron y con la hija se lleva bien. Está bajando de peso y es
feliz porque ella lo deja comer carne y tomar vino, se disfrutan, se
van de baile y ahí andan como pendejos de 15 años, se besan, se
mandan mensajitos organizan comidas, el ama el vuelito a la parrilla
y ahora aprendió a cocinarle zucchini a su chica.
Cuando me preguntó, me acordé de la
mala suerte que tengo, le saqué la botella de la mano. Le expliqué
como preparándome para atajar un penal, que lo mío es andar sola
porque mi corazón es de un peroncho que escucha punk, pero ni me
registra. Nos vemos desde hace meses, siempre con la misma dinámica.
Cuando se tomaba un par de whiskys, se acordaba mi teléfono y me
escribía para decirme que iba a pasar, a veces era tan tarde que yo
no escuchaba, pero cuando había suerte y yo no dormía, lo invitaba
sin problema. Venía callado a mitad de la noche, no hablaba o
hablaba poco y yo no quería escuchar, en realidad en ese formato
escabio 2.0 abría la boca para decirme que era linda y para cargarme
porque yo soy del santo y hace mucho que no nos da una alegría,
ninguno quería hablar solo darnos unos buenos besos con aliento a
borracho y coca.
No era de esos a los que les pinta el
romanticismo mentiroso, decía que odiaba dormir con alguien entonces
no me ocupaba espacio en la cama, y yo me perdía en un sueño
profundo y feliz porque me dejaba sin ganas de amor, y con una
sensación de libertad cómoda. Más de una vez, nos cruzamos en
algún bar, entonces me hacía esa seña de “vam” con la cabeza y
nos escapábamos de los amigos para terminar en mi cuartito, oscuro y
chiquito.
Salía de casa sin hacer ruido, para
que la vecina chusma no me haga quilombo (que era moneda corriente)
siempre me jodía por meter tipos y pasarla bien, que no barría la
vereda, que salía pata pila a comprar y escuchaba la música fuerte,
que mi Renault pierde mucho aceite y le mancha el garaje. Vieja
envidiosa, ya quisieras que te preste a este peronista con manos
suaves, ojalá tu salteñidad chata y podrida te deje entender que
por ese rato solo ese rato era mío y yo de él.
Seguía yo, desahogándome ante Pedro,
le contaba medio triste que cuando no estábamos borrachos, nos
encontrábamos a la salida del trabajo. Puteaba y estaba fastidioso,
es que tenía un compañero puto que compraba tortitas y mini
facturas para celebrar los cumpleaños de sus compañeros, que no
hacía nada bien y que lo odiaba por puto inoperante. Cuando se
relajaba era más lindo, me divertía su simpleza. A los dos nos
gustaba el cine, nos recomendábamos libros, me contaba de sus viajes
por aquí y por allá, el rato se hacía bonito, muy bonito.
Escuchaba mis dramas, y me decía que
piense bien, que era muy impulsiva, después comíamos unas pizzas y
unas cervezas y volvía la esencia de nuestros encuentros, nos
divertíamos así en secreto. La cagada fue cuando comenzamos a
hablar, cuando me decía que le gustaban mis expresiones, que se reía
de mis chistes cuando nadie los entiende, se preocupaba si andaba
triste y hablaba de morirme. Nunca me dijo que me quería, pero yo sé
que me terminó queriendo en ese corazón de negro, bostero, misógino
y peronista hay lugar para el romance.
Nos veíamos a escondidas, comíamos
algo por el barrio y nos encerrábamos en casa, nos edulcorábamos la
rutina, un mini club de autoayuda de dos socios únicos, nos
acompañábamos un cachito. No era más que eso, las complicaciones
no entraban en discusión era eso y el código inviolable era que no
se vaya de ahí.
Yo falté al pacto cuando lo comencé a
querer, y yo queriendo soy de terror, comienzo a extrañar, porque
quiero verlo borracho y despeinado, pero a la mañana también,
porque no quiero que me deje dormir sola, aunque siempre coincidí
con su teoría de que dormir abrazado a alguien es la expresión de
afecto más incómoda que existe. Le pedía que se quede sin decirlo,
cuando cedía aparecían las charlas mirando al techo que se volvían
de horas y se pasaba la noche, entonces dormíamos de mañana. Dejé
de pensar en pelotudeces con él, y presté atención al auto, no hubo caso quedó en el taller y el lunes hay que ir a comprar los repuestos, ya era de noche y las cervezas fueron varias, el pelado acordaba con su nueva novia un encuentro en un bar.
Mientras me traía a casa, me consoló, lo tuyo es andar así me decía y le daba arranque a la chata, aprovecha el tiempo para meterle
pata a los proyectos, pensaba en todo lo otro medio romántica y
envidiando al amigo de overol. Algo le escribí, me arrepiento
porque sé que no va a salir nada bueno de todo esto, me va a dejar o
lo voy a asustar y se va a alejar de a poquito.Agradecí que donde
vivo tengo muy mal wi fi, me cepillé los dientes y me fui a dar
vueltas, por el patio, hasta que se me pase la angustia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario