miércoles, octubre 25, 2006

Simbiotiqueada (Primera parte)





















































Siempre la misma cocina, y los mismos pies con el mismo sueño a la mañana buscando un café, el ruido de la alacena que cruje y me revienta, el olor tan familiar, que así como ahoga tranquiliza, y mata de a ratos, aveces siento que en la tele estás, y la prendo.

Un hueco en el colchón, cajones vacíos y la sensación de haberme convertido en una completa desconocida. La misma mochila cansada, la vida en apuntes y una historia llena de encrucijadas que nunca llega a la resolución final, en esta parte del cuento se rompe el esquema.

Y de ahí los cristales, vestirte de rojo y lunares, mirar al sol que tranquiliza, esperar el colectivo haciéndo crujir los dedos, buscar el asiento vacío y mirar por la ventana lo que siempre pasa oootra vez, alegrar el corazón con una sonrisa, creer ser feliz para que después de que te vayas vuelva la sombra de la alacena, y nos pongamos a limpiar, lo de afuera, claro. D e s t r a b a m e, d e s t r a u m a m e


La segunda parte la encuentra en
http://sonidoenlaantena.blogspot.com/


Autoras:

Carla y Florencia.

jueves, octubre 19, 2006


Soñé que nadaba entre todas mis cosas.
Entre vos, mi mesa de luz, mis discos y mis libros,
que mis abuelos me venían a visitar,
nadaban conmigo y yo no les tenía miedo.


Soñé con mi hermano, con Rupert y con Horacio,
soñé que no tenía mas problemas en mi casa, y que Salta quedaba acá a la vuelta, que ya no tenía mas vergüenza ni secretos.
Terminé de soñar cuando me ahogaba.
Y me desperté, me fuí a la facultad y a trabajar

martes, octubre 10, 2006

Eh ?

El psicoanálisis se implementó para superar uno de nuestros peores miedos, la muerte.
Y las flores, las coronas. Con un tímido fin lucrativo, agasajan a alguien que no puede agradecer nada de ello. Aveces me sentarìa en una tumba y me pondría a llorar como descocida a un muerto cualquiera, y a contarle con detalles las cosas que se me pasan por la cabeza, lo mal que me siento a la hora de ir a dormir, esos miedos tontos de una, le preguntaría que onda con la muerte y le pediría consejos de como morirme sin hacer ruido. También le preguntaría que se siente que a uno lo lloren y le pregunten esas tonteras de "por qué te fuiste ahora?" y si se rió cuando alguien se alegró de que se muera.
Después me secaría las lagrimas, besaría la tierra y me iría como si nada. Como la buena loca que me estoy volviendo

jueves, octubre 05, 2006


ODIO LAS DESPEDIDAS....

lunes, octubre 02, 2006



Yo no me acuerdo mucho, se podría decir que empecé a tener memoria acá en Buenos Aires, pero si sé, que cuando vivía mi abuelo Eduardo, todos los domingos ibamos "a la casa de los abuelos en Cerrillos". También sé que éramos muchos primos (bah, ahora somos mas). Mi mamá tenía 5 hermanos, o sea, 5 tíos para mí. Mi tía Patricia, era la madre ejemplar de como 10 hijos, todos tenían nombres de santos y patronos de la iglesia, lo cual, siempre me generó un cierto rechazo.
El que siempre andaba con ellos era mi hermano Rafael, se juntaba con Juampi, que también era flaco, pero medía algo así como una palmera de alto, y se colgaban de los árboles del patio de atrás pasando al baldío de la vuelta, donde hacían chozas e inventaban las historias mas largas y ocurrentes, Rafael tenía una creatividad impresionante a la hora de hacer guerras y castillos. A mi eso me enojaba, porque yo era muy inútil y me daba miedo cruzar el alambrado, así que siempre me quedaba del otro lado mirando celosa su fiesta. Por suerte estaba el abuelo Eduardo, que me hacía una fiesta para mi sola, me abrazaba muy fuerte y me sacudía como a una bolsa, eso a mí, me alegraba la vida, haciendo que deje de estar atenta a las locuras del otro lado del alambre.
Después de que se murió mi abuelo, todos comenzaron a buscar pretextos para dejar de ir ahí, mi abuela se volvió loca (para mí) y era como que quería controlar a toda la familia, el primero en darse cuenta de eso, fué mi tío Conejo, todos dicen que él está loco, pero a mi me cae simpático, cuando era chico me hacía escuchar Nirvana y Pearl Jam, por eso lo quiero, además de que dejaba que lo viera ensayar con su banda, ahí también tocaba el tío Leopoldo, que sonaba a lata y se llamaban Mate Amargo, a mi esa rebeldía me atraía mucho El tío Conejo decía que mi abuela Pepé nos quería atar a ella para no quedarse sola, y como no lo quería decir, lo hacía con una cierta maldad, y así comenzaron los problemas de las herencias y todas esas cosas, que a mi mamá le dolían el doble, ella lo extrañaba a su papá, no a sus cosas. Soñaba con él y andaba triste, yo mucha cuenta no me dí, pero hoy en día habla de él y se siente culpable por haberse olvidado de su último cumpleaños.
Después el que se volvió loco fué mi papá, y no tardamos nada en irnos a vivir con la abuela, ella tenía preferencia por Martín, mi hermano menor en ese entonces, que era medio tonto y tenía boca y ojos grandes, mis celos hacia él se me volvían insoportables y mas a la hora de la siesta, que se iba con él y nos dejaba a Rafael y a mí afuera en el patio con los perros.
Íbamos a un colegio en el centro de la ciudad, la abuela nos levantaba con la radio fuerte y nos hacía tomar leche en una taza muy grande, y sin azúcar, yo siempre que se distraía la tiraba y me iba sin desayunar. Nos tomábamos un colectivo que se llamaba Luis B. Chavez, tardabamos como una hora en ir hasta la capital. A la salida nos esperaba papá, siempre alegre de vernos y nos festejaba todas las tonterías que decíamos, nos compraba cosas y nos dejaba en la parada del Luis B. apareciéndo al día siguiente con todo su circo feliz que a mí me entretenía mucho.

domingo, octubre 01, 2006

Acá, acá si puedo decirte que...


Hoy, primero de octubre, nace en mí un trágico día primaveral.
Dónde sin querer hablar de muerte, (o como te dije ayer) , te estoy matando en mi interior,
pensá que por ahí la cabeza maneja cosas que no pueden salir, como las ideas tiradas al techo
y que se descarrilan por dentro, así como ahora todo me desborda
y el corazón no me deja de temblar, se fusiona con una idea que se asemeja
de a ratitos a las tuyas (y vos, me entendés).
me levanté así, con la estúpida sensación de culpa de haberte sacado de mi casa de esa forma anoche

(ojalá pudiera hacer lo mismo ahora en mi cabeza) mientras me moría de ganas
de que te quedes ahí, mirando el techo, televisión o que se yo...















Y no sé si queda mas remedio que dejar de enmendar
con curitas las cosas que ya no se tapan ni con cinta de embalar,
Mas que salir a caminar con la sensación de que tus fantasmas

me persiguen agitando las manos.
Y darle mil vueltas al parque Sarmiento para quemar calorías y angustias.


Aveces, te puedo decir que me dolés.