viernes, julio 31, 2009

4:28 am



Más que dormido parecía muerto, en las sábanas no había más que pelusas y alguna que otra marca que quedan después de los revuelcos entre dos. Costaba respirar, el aire de esa noche se había terminado hacía un buen rato en ese cuarto inmundo. Emitió un sonido que duro poco mas de un segundo, podría ser un mal sueño, pero no. Eran las 4:28 de la madrugada, y el frío lo obligaba a la posición fetal, repito, respiraba tan suave que parecía muerto, la maraña de pelos dejaba ver dos lunares en su nuca, y las manos se escondían bajo la almohada, otra cosa que ocultar además de lo que pasaba en ese momento en su estado. Sin aires de grandeza lo considero talentoso a la hora de conciliar el sueño. Acuartelado en el centro de la cama, sin dejar espacio a nadie mas, apoderado rey y señor de las colchas, egoísta no se pensaba despertar ni aunque ese sucucho de mierda ardiera como el infierno.
Sin necesitar de pastillas, pareciera que su conciencia era única y virgen como la de un pibe de dos, no le afectaba el pasado de ese colchón viejo, las sábanas manchadas o el olor a vaho. Ni un ruido. Daba envidia verlo, daban ganas de tirarlo de ahí y arrastrarlo a la realidad, que poco y nada le iba a importar, el sueño es mas importante que cualquier deuda, el clima, la economía, la desnutrición, la muerte de un pendejo en el San Bernardo, el discurso de Cristina o mi mal de amores. A él no le importa nada, más que él y su habilidad para el sueño.

miércoles, julio 08, 2009



Del placard salen ruidos que dan miedo, las cortinas que acostumbrabana a tapar el sol ahora esconden las cosas que nadie entiende pero huelen en el perfume que llevamos. Las ventanas bien cerradas, las uñas bien afiladas, las cabezas tibias y aquellos malos tragos que se comparten pensando en que injusto resulta equivocarse de los impulsos, que aquí adentro falta el aire, y me asusta leer en el diario las miradas las personas que no saben lo que significa en mi un simple choque de planetas. Son objetos que se cruzan en el camino, y se te clavan a la sien como pedazos de metal viejo que se pueden soldar; te lastiman al verlo, te oxidan, te desvalorizan un poco mas. ¿Y que hay, valer un poco menos otra vez?
No quiero salir, no me saques hasta que se enfríe ese desayuno por error, esa llegada tarde, esa excusa, ese impulso y esta sensación de que equivocarme es lo mas intenso que me paso en los últimos días.
Buenas noches y hasta luego. Mañana hay leche chocolatada de nuevo en tu isla donde ya nada puede intervenir.