Son las entrañas
las
que piensan, a veces,
en la
cabeza.
Habitan
al borde
de la
hoja gigante
se
dibuja, porque
no
hay qué escribir.
Pseudo
intelectual,
pidiendo
ayuda,
desde
el fondo
del
lugar común.
Los
pensamientos
en tu
cabeza
avanzan
a muchos
kilómetro
por hora
y yo,
yo soy
renga
por dentro
y por
fuera.
Saber
que estas
porque
te lo indica
una
línea clavada
en el
estómago duro.
Es
que en mi
funcionan
engranajes
que
no me dejan tranquila
no se
calman,
a no
ser que
doble
las piernas
y las
cruce al sentarme.
Me
quedo atrás
y me
acostumbro,
lenta
y dolida.
En el
sorteo
me
tocó
esta
vida que
vale
tres.
Quisiera
tener tripas
y más
ruido de vasos
en
esta casa,
Quisiera
plantas, también
si,
¡helechos verdes!
y al
regarlos
mirar
mal al perro vecino.
Vivir
lejos de gente ruidosa
y de
este tanque de agua
que
me indica que estoy
a
tres días de tu casa.
O
irme, flotando
bajo,
despacio
a
buscar ese lugar
de
donde vengo
y
quedarme ahí
espiralada,
sin
que nadie sepa
que
me fui.
Dibujando
franjas
que
describan
cada
partecita de mí
que
se decompone
y
duele.