domingo, febrero 21, 2016

Y siempre que voy
a la farmacia (que no es siempre)
miro para arriba,
y pienso ¿cuál será la ventana?



Dormir es natural,
y también
respirar de tu pupo,
ya es, y somos
un cuerpo solo.

Intenté tapando
el dolor del alma
con un algodón,
y no detuve 
la hemorragia.

¿De qué manera
podríamos definir
tantas pausas?

Entre el cuello
y el pelo hay
un sabor a optimismo,
sirve para ser real
y no de goma espuma.

Escribo mientras
limpio el raspón
que me hice en la mañana
por culpa de unos vidrios
en las bolsas de basura.

Me crece en la panza,
el año de comer todos los días.
Es que, las verdades 
no se dicen
a la hora del almuerzo.

Todavía hay
pedazos de comida
en tu boca,
y me estrellas en la cara
esa mirada de polilla
cuando estoy inversa.

No me gusta el calor de tu casa,
ni el olor de la mía,
me asusta la tv tan fuerte,
y ruido de la heladera
en el medio de la noche.

Cuando sea libre, 
voy a escribir
en los lunares de tus brazos
el cuello de tu camisa 
sobre los viajes
que soñamos hacer.