miércoles, octubre 23, 2013

Miércoles paranormal

Salta, Barrio Intersindical, Av. Roberto Romero - Parada de colectivo de línea 8c
Llegue, lo vi y me vio. Nos vimos algunos segundos.
Me gustó su camisa, sus anteojos tenían mucho aumento. Será prejuicio mío, pero por lo que pude observar determiné que sería una persona interesante.
Subimos juntos, me dejó pasar y le sonreí, 8:57 hs (según mi boleto).
Enamorarte en el colectivo es una relación perfecta, porque se basa en lo que vos creas de la otra persona, la interacción es tu imaginación. En mi caso, mi historia fue dejarlo fantasear conmigo, interrumpiendo sus miradas con las mías, antes de dar vuelta cada página y terminar el puto libro que tengo en mi mano hace meses y no logro destrabar.

{Su fotografía tiene un sabor amargo. Que levanten la mano los que estén dispuestos a creer que beso su foto. Ella se lo creería, o se pondría triste, o más bien se enfadaría y me diría que nunca la besé de la misma manera que beso esa vieja foto suya con sabor amargo a viejas sustancias químicas. Que las razones por las que beso su foto tienen que ver conmigo y no con ella.
-En realidad no le gustaba besarme.}


El sol de la siesta pega en mi hoja, y por esas cosas de la vida, ya no uso mis anteojos de ver con filtros, leer con el sol es imposible. Necesito cambiar de asiento y hay uno cerca de nuestro campo visual, que me dejaba seguir traveseando con él y mi libro (que no es mío, es de Pancho).

{-No le gustaba besarme, yo me daba cuenta.
-No me defenderé de la acusación de que besar a una chica de carne y hueso no es precisamente mi manera preferida de relacionarme con el sexo contrario. No es una cuestión de aprensión, no tiene nada que ver con aquello que escribió alguien de que besar a alguien es como chupar una tubería cuyo otro extremo está lleno de excrementos. Para mí es una cuestión de ridículo. Me siento ridículo. La chica y yo estamos muy juntos, el beso deforma nuestras bocas. Las narices se tocan y se doblan es como si nos hiciéramos muecas el uno al otro.}


Necesito subrayar, busco en mi cartera una birome y quiero mirarlo, no estaba, al carajo mi libro (bueno, el de Pancho, ahora sabe que se los marco), este amor es una mierda, se bajó! Busco, y cuando me quiero dar cuenta, estaba sentado al lado mío, como si al cambiarme de asiento, lo hubiera invitado a invadir mi espacio con sus lentes de aumento y sus miradas. Marqué y seguí.

{Se acabaron los conceptos uni-objetivos, la contemplación, el cálido efluvio de los tréboles, los regazos que respiran agitadamente, la historia de los símbolo, los colosos. Se acabó el hombre(...) Un aquí que ya no sea sensual si no casual si no sensual y eficaz. Un aquí entendido de la manera más íntima.}

Sigo marcando, y ya incómoda con la presencia del hombre invadiendo mi relación perfecta, me veo próxima a mi parada. Las casualidades son románticas solo en los libros de Kundera, aquí en Salta, a esta hora y ante mi falta de sueño, todo me estaba superando, me deja pasar por sus piernas y me bajo pensando que mi historia terminaba. Mi día era tremendamente normal, rutinario hasta la hora de volver al barrio.

Av. Belgrano y Pellegrini - parada de la línea 8C:
-No me fije la hora-
Vuelvo a subir, y estaba el hombre sentado, tal y cuál lo dejé. No me quedó otra opción que analizar la situación, y pensar que el tipo nunca se había bajado del colectivo, pero no era igual que el primero (este tenía dos filas de asientos dobles) a lo que retomo lo que sería una segunda oportunidad, lo enfrento y al lado mío se sienta una de esas señoras que se empeñan en amargarte la existencia.

Av. San Martín y Av. Jujuy - sobre colectivo de línea 8C:
-no me fije la hora-
La señora interrumpe mi lectura metiendo su brazo en mi vista para lanzar por la ventana una botella de 500 cc de Marinaro Ice, la odié. Al mismo tiempo que sonaba mi teléfono, subía una mujer repartiendo papelitos que decían que era sordomuda, y al mismo tiempo atendía mi celular para arreglar una reunión a las 20 hs en la oficina de mi webmaster. La sordomuda me da el papel, lo agarro (mi compañera, no) me despido del webmaster, corto el teléfono, le doy $2 a y sus papelitos a la sordomuda y comienzo a buscar la página donde quedó mi libro, a lo que mi nueva vecina de viaje comenta:
- "Estos cobran como los jubilados".

-"Señora, no juzgue, podría bajarse y buscar la botella de Marinaro de 500 cc que tiró por la ventana y replantearse que es bueno y que es malo."

El hombre de anteojos me estaba escuchando y sonrió.

Volví a mi libro

{Las tormentas neggg....}

"No pensé que me ibas a responder así! Los jóvenes de ahora, todos maleducados!"

Ese recurso debería estar penado por la ley, seguro soy mas educada que ella, y lo demostré al no confrontar, levantarme del asiento y caminar hasta el fondo del pasillo, lamentándome por el hombre, el libro y todo eso que generábamos.

El colectivo me deja justo en frente de la parada donde inició todo este loop, como no pensarlo antes, el hombre subió conmigo, debería bajar ahí también, y así fue, nuevamente me dejó pasar, nuevamente nos miramos y yo decidí caminar rápido evitando otro tipo de contacto. Pero no pude, a unos metros volví a mirar para atrás, y el hombre esperaba nuevamente un colectivo.

{-Deja ya de besar fotografías y destruir pruebas y empieza a entender de una vez que las cosas son y todo el tiempo han sido mucho mas generales y en cierto sentido más sombrías.
-Empiezo a pensar que tal vez ella nunca haya existido.}


Vida real y fragmentos de "La Chica de Pelo Raro"