lunes, agosto 10, 2015

acá

cuando abras los ojos
te voy a contar,
que estoy desorbitada,
y me aplasta tu mano azul
una parte del pulmón.

No estamos para siempre,
Un instante que cuesta,
Y resta la idea de sobrevivirte.

Rozando con la nariz
un pulóver que es tuyo,
no me encuentro,
estaba aquí, 
lo dejé por aquí,
tercer estante de la biblioteca.
Estoy segura y juro
que el centro de todo esto
está en algún lado.

El desorden de las cosas
me atraviesa,
río en la planta de mis pies.
Pienso en esos atardeceres grises
que caían por tu espalda.

Me dobla el cansancio,
impermeable,
sorprendente,
como lluvia en agosto.

Una calle negra
aparece antes de una vía,
se vuelve espacio infinito
entre el viaje y tu voz.

Ahuecar el corazón
entrar al espiral,
collar de palabras,
aquietan turbulencias.

Desentierro el carnaval
en esta esquina,
y me quedo esperando
las explicaciones
de lo sucio que es ser.

Por ahí la verdad
se pele en huesos
arda y entre,
hueco por hueco
para que pueda yo saber
que me trajo hasta acá.