viernes, junio 29, 2012

What´s my name


Le vengo escapando a este lugar, porque lo llegué a tomar como un rincón oscuro, plagado de escombros y un sinfín de cosas que en mí hasta el día de hoy no concluyen, pero no lo puedo dejar ya que es parte de mí naturaleza dejar las cosas inconclusas.


 Hola má, hola Pá!
Es genial leer mis mejores traiciones, mis estafas a los que quiero, como transité por algunos besos robados de bocas que hoy por hoy solo rondan por mi cabeza, sufrimientos estúpidos, estupideces, noches de amor, de rabia, borracheras, en fin. Aquí llegué a expresar sin ningún pudor todo lo que fui, y digo fui porque creo que esto es lo primero que puedo concluir en mis pendejos años de vida, entiendo lo que soy y aunque me cueste horrores, lo asumo. 
En casa, mi viejo uno de esos merqueros a los que le le quema el papelito en el bolsillo, siempre priorizó sus noches metiéndose en el cuerpo estimulantes y depresores de todos los colores, tamaños y formas. Nunca entendí que es lo que lo atormenta tanto que hace que, hasta el día de hoy llegue a reventar 10 gramos de pura mierda en una o dos noches. Por suerte ya no vivimos con él, y no nos hace subir a la terraza y escondernos en el lavadero diciendo que nos vienen a matar, o ya no recibimos amenazas telefónicas cobrando deudas que vaya uno a saber como carajo se generaron y en qué se gastaron. Me sorprende que siga vivo. Aunque inconscientemente todas las noches espero que se muera, dejando encendido el celular al alcance de mi mano.
Obviamente, la que apretó los dientes y salió a parar la casa es mi vieja, una mina sombría y angustiada que anuló su capacidad de demostrarnos afecto, supongo que la culpa de todo la tiene su crianza bíblica que comparada con la realidad del día a día poco y nada tienen que ver. Jesús se sacrificó por nosotros, nunca cojas con un cura, bueno así fue, este acto me quitó el puesto de única mujer entre mis tres hermanos. 
De los ahora, cuatro hermanos que somos no tengo mucho para decir, de la primer tanda todos somos parecidos, poco nos importamos y buscamos otros hermanos en la calle, la visión de familia que nos dieron no era la de escudarnos entre nosotros, todo absolutamente todo lo contrario y de las formas mas violentas... Como hijos fuimos cuervos, destruíamos como depredadores lo poco que una madre sola puede construir, desde la parte afectiva y familiar hasta lo material. Obviamente esto se potenció con la llegada de mi hermana menor, quién fue recibida de una manera casi indiferente de mi parte, la pobre criatura era la mejor manera de expresar mis peores cosas, creo que hasta el día de hoy hace terapia para sacarse la cantidad de traumas que metí en esa cabeza.
Vivíamos en una casa enorme mas vieja que el pueblucho donde crecimos mas venida a menos no podía estar, era lo que nos merecíamos una casa de mierda comprada con lo que quedó de la división de bienes del infeliz matrimonio de mis viejos, ahí estábamos mi vieja y sus cuatro horrorosos hijos, tanto costó llegar a esa casa que cuando terminaron de reacondicionarla la puso en venta y de un plumazo nos metió a un avión y nos llevó a Buenos Aires. Y eso fue lo mejor que pudo hacer en su vida, sacarse la biblia, su pueblo roñoso, sus hijos de mierda de encima y casarse con un contador porteño y peronista de clase media acomodada. 
Buenos Aires era lo soñado, era música, eran shows, era todo lo que podía pedir alguien por dos mangos, un tren y un subte. Todo estaba ahí y era magnífico para una pueblerina boluda que sufría por no tener con quién compartirlo, hasta el día de hoy me arrepiento de volver a mi provincia natal sin haber explotado en un 100% lo que esa ciudad brinda. Lo primero que hice fue con guita afanada al nuevo novio de mamá me compré un discman berreta y caminé con cuidado para que no se me salten las pistas, curioseé, miré, compré los mejores discos de mi vida baratísimos, vi los mejores shows, tomé cerveza del pico con ex presidiarios de Devoto, camioneros y músicos deprimidos que me robaron el corazón y otras cosas en un telo lleno de cucarachas.
Terminé quinto año en un colegio de Belgrano, que si pudiera prender fuego, lo haría porque es el peor lugar donde pude haber estado, lleno de marginales mas grandes que yo, skinheads, cumbiancheras que me pegaban en los recreos por ser de Salta y profesores que poco interesados en tu formación estaban. Me metí en la UBA y sus submundos llenos de filosofías, invertí horas pensando con un novio como revolucionar algo mas que no sean nuestras hormonas, hasta que todo me saturó y me volví persiguiendo a uno de los amores mas jodidos que pasé, a la monotonía madrugadora salteña a tener dos hijas con padres diferentes a los que les confío todo, hasta mis entrañas, a tener pocos amigos, mucha desconfianza y desinterés hacia los habitantes de este lugar, a no querer ser como mis viejos, a cambiar mi concepción sobre los sentimientos de los mas próximos y a andar por la vida como pueda, como mi formación me lo perimita. Tumbando, probando, curiosando, ya se verá... Así funciono mi vida desde la cuna, y así me voy a morir.