jueves, noviembre 13, 2008

De mi Cerrillos


Me pasa que cuando extraño me siento a medias, como si me fuese media Flor, con media mirada, media sonrisa y dos dedos y medios.
Extraño la casa de mis abuelos, y su olor a jabón en pan, su pulcritud, su inmaculada limpieza, sus luces mortecinas, su silencio estremecido por el ladrido de uno de sus 5814 perros que de vez en cuando se mueren y se suplantan por otro, mas guardián, mas nervioso, mas malo. Extraño el olor a betún de los zapatos del abuelo y el olor a naftalina de las sábanas, siempre perfectamente tendidas. Las tazas y el té con sabor a viejo, los huevos de pascuas escondidos en los lugares mas recónditos del patio delantero (tal vez encontrábamos uno en alguna que otra podada de árboles) la asquerosa leche chocolatada, mezquina de sabor a cacao, asesina de lenguas, con tostadas con dulce de leche y manteca, las milanesas al horno, las ensaladas de lechuga, tomate y pepino. El cuartito de los "apichafocos" que quedó clausurado cuando el abuelo Eduardo se fué, privándonos de su llavero que avisaba su llegada, de sus anteojos gordos, de sus camisas planchadas en vano, de sus abrazos que te dejaban las costillas lamentándose tanto amor, de los árboles, los juguetes asesinos... Los árboles frutales, el gallinero abandonado, las aventuras con los primos. Las cruces en cada cuarto, que nunca paran de sufrir, los rosarios, las fotos. La heladera, que cuenta mas secretos que calorías, la infancia, aboilida por el obligado crecer a pasos agigantados, desforestada por alguna que otra angustia, pero resiste... Las diferencias que nos marcan de grandes y perdemos ese lujo de disfrutar de la simple compañía de alguien muy diferente a nosotros, pero que comparte la misma realidad, vista desde otra vivencia. ¿Y qué culpa tiene la casa, la infancia, las risotadas a la hora de jugar al Pictionary, los mates, lentos, esperados para bajar tantos mordizcones a los bollos de don Yufra? que sigue igual, en su bici, con su cornetita, como todos los domingos, que siguieron desde que me fuí de ahí...

martes, noviembre 04, 2008


Hace días que lloro con ganas de secarme, hace días que los cigarrillos volvieron a empantanarme los pulmones, y el habito de comer dejo de estar. Hace días que quiero arrancarme la cabeza a la hora de dormir para dejarla encendida en la mesa de luz, que la ropa no me importa, que las ojeras se agrandan, que el pelo se cae, y los dientes se vuelven mas y mas amarillos, que no me depilo ni me limo y pinto las uñas. Que no me importa el desconsuelo, porque es costumbre, que no miro ojos, o bocas. Que el pulso se vuelve porquería y el piso es lo mas alto que puedo llegar a ver, que no hay pintura que me arregle esta cara, ni libro, ni apunte que me apasione, o reloj que me haga saltar de la cama con ganas de ser yo, soy una inútil arrastrando las patitas por el mini pasillito y prendiendo la computadora, y trabajando y detestando el trabajo, y queriendo salir corriendo y dando manotazos de ahogada, buscando a quién querer, cambiando los colores, relajando las rodillas, debilitandome.
Hace días que ando con ganas de apagarme de una buena vez...

sábado, noviembre 01, 2008

arrancame la vida


Bastaba con terminar de despellejarme de una vez, y te ibas rimbombante con esa tranquilidad característica a seguir con tu canción, pero no, tuviste que dejarme partes del cuerpo con piel, y hacerme doler hasta que grite, me cortaste los tendones y las alas, me quebraste los brazos y pretendías que siga remando.
Finalmente, pelo por pelo, hombro con hombro, como con agua hirviendo terminaste de atormentarme, y, parece mentira que me hayas agarrado, con este amor, te hayas revolcado en él, poniéndotelo como vestido, como cartel, y después hacer como si nada.
Ahora quiero retorcerte el pescuezo, desmenuzarte, hacerte tragar todas tus espinas para que te mueras ahogado en un charco con barro, resucitarte y maltratarte sería mi placer eternamente. Pensá que lo que mejor sabe hacer el diablo, es decir que no exsiste, mientras te llena de fantasmas la cabeza.