viernes, diciembre 21, 2012

Envidio a los que duermen, a los que sonríen, a los que brindan por los propósitos.
Porque estoy estancada, no duermo, no sonrío y si brindo es con el único propósito de ver el vaso vacío para volverlo a llenar.
Detesto a las mujeres que a pesar de todos sus defectos pueden enamorar a un hombre al punto de llevarlo de las narices, enterrarse en sus ejes y hacerlos girar en torno a ellas.
Porque es una capacidad de la cuál me veo desposeída. Tratando de ser perfecta, lo único que hago es calarme los huesos y no concebir ni una sola mirada atenta.
Desprecio a los que creen sabérselas todas, y mienten y mienten y roban y estafan, aún así duermen y se creen ejemplos... 
Porque cuando yo lo hice, no supe manejarlo, quedando en evidencia, sintiéndome ladrona, mentirosa y estafadora.
Me odio por no saber parar, por ser tan insaciable, mi verborragia estúpida, siempre disconforme con el mundo, incómoda donde esté. Me odio mas por no saber a dónde ir, no saber elegir, no saber aceptarme, ni aceptar ayuda.
Odio a la gente mala que se siente buena, a la familia que está tan lejos, mis ganas de llorar, mi ira que me quema la panza y no me deja comer, mi angustia, mis anteojos empañados, el calefón que se rompe, el auto que no arranca, los problemas que no paran de llegar... Las comas que separan y pausan tanta decepción.
Odio la impotencia, y agradezco estar tan lejos de todos y tan sola, porque es la única forma en la que me voy a poder curar.

viernes, diciembre 14, 2012

Bien de amores


Es horrible la distancia, da impotencia, se complica mucho dar abrazos, es muy dificil administrarlos en el período de ausencia. Dominarlos, saber que si uno los usa se acaban y no hay mas... No quedan y no hay forma de calmar esa sensación de vacío.
Peor que la distancia es acostumbrarse a ella. Yo me acostumbre a vivir partida, parchada, vivir de extrañar, de querer repartir abrazos y sonrisas, de no saber si ir, si vienen, y en qué momento exacto vamos a calmar por unos días la sensación de sentirse mitad el resto del año.
Pero uno va desarrollando antídotos para combatir con estas cosas. Mamá Vir aprendió a dar abrazos con palabras, a borrar los miles de kilómetros en un papel escrito con su letra tan de maestra de séptimo grado. Palabras cortas de poco tiempo, pero llenas, llenísimas de la intensidad que la caracteriza que te entran por los ojos y te cubren el pecho, el estómago, te aflojan las piernas, te llenan los ojos de lágrimas, te corrigen la postura y te dan un respirito mas entre tanta angustia. ´
La voy a citar porque palabras así nadie me dijo nunca y me llenan el cuerpo de una cosa que no puedo explicar.

"Seguramente muchas veces te sentirás sola, necesitarás a alguien a tu lado con quién hablar de algo, aunque sea del tiempo y me preocupo de saber que no encuentres quién te acompañe. Pero de golpe se me presentan tus hermosos ojos oscuros con esa determinación y ese gesto enérgico que los hace tan especiales y más lindos aún. Repaso tus movimientos rápidos y hasta torpes porque tu cabeza va mucho más rápido que tu largo cuerpo para no permitirte aflojar.
Recuerdo tu cabeza siempre erguida mirando para adelante y me doy cuenta que no tengo nada en que temer porque sos invencible y admirable.
Creo que si hubieras vivido en el siglo XIX serías una heroína romántica sacada de una novela de Stendhal a la que Beethoven le hubiera dedicado una pieza musical.
Por eso, hija, te admiro, respeto y acompaño (aunque sea de lejos) y se que no solo podrás afrontar esta nueva etapa que te propones comenzar, si no que vendrán otras todavía mejores." 

Virgina Arias - Mamá - 09/12/12

lunes, diciembre 10, 2012

Abrazos como el de ayer te daría toda la vida, paralizada en tu cuello colgada a punto de desinflarme. Así me quedé todo el día mirando el techo de esta habitación blanca y gris con toda su carga emocional que tanto nos representa.
Pretendía que afuera llueva, o en algún punto del país, para exteriorizar todo lo que tengo para vos. Una caída constante de cosas que aprendí, una admiración macabra y un amor tormentoso que nunca pude  manejar. Pero está y es tuyo, sos dueño de guardarlo en cualquier cajón, mientras yo te veo y me pregunto una y mil veces ¿Por qué? ¿Será mi culpa? ¿Tan rápido se tenía que ir a la mierda todo?
No me hago cargo de todo lo que pasó, pero si de lo que va a pasar quiero que estés conmigo en cualquier formato hasta donde nos den las piernas, quiero tratar de cuidarte de los malos tratos y que nunca te sientas solo (porque en algún punto, creo que es tu mayor tormento).  Te veo y no entiendo como hiciste para que mi teoría se vaya por el barranco, me dominaste como a un león cansado y me llevaste al lado tuyo, me callaste la boca con canciones pegadizas y me enseñaste a calcular los tiempos exactos entre risas y besos con un manejo único del habla que te hace fascinante.
Pero los gestos tienen un peso incalculable y mejor ni hablar de un juramento. Yo te juré mi vida y acá estoy levantando lo que queda de mí al costado de tu cama, buscando dónde ir a refugiarme de tus palabras volátiles pero no por ello livianas. No me enojo, ya se moverme herida, y en estos momentos es donde mejor actúo, perdoname si no puedo más, pero la carne se lastima y resiente.
Prefiero quedarme con esta imagen, de alguien que se derrite como azúcar en mi lengua, pero muy adentro mío. Pensando cómo hacer para recuperarte y muriendo en el intento.
Hasta siempre, hasta dentro de un par de horas donde te encuentre mas inalcanzable que nunca.