Simbiotitas

Ocupadas en ser simplemente felices nos encargábamos de mirar los defectos de todo y todos, sabíamos que coincidiamos en ello. También coicidiamos en que alguna vez, vamos a tener mas tiempo, pero siempre es mas adelante (y puede que nunca esté, pero es bueno mentir aveces). Nos reíamos a coro, hablabamos muy poco serias y nos abrazábamos ante la primer excusa, odiabamos los micros (que se van para ustedes y que vuelven para mí) en conjunto y cualquiera pensaría que yo ahora hablo de una relación enfermiza.


Lo que aveces nos decimos parecen las típicas promesas de acto de fin de año, de una pendeja con miedo a quedarse sola, puede ser, yo acepto que soy una pendeja con miedo a quedarme sola, pero sé que es de a ratos. Porque está en todos lados esa brumita que hace que aveces uno deje de pensar y pueda explicar un sentimiento (cosa que a mi ahora me está costando), pero me quedo acá con un tibio aire que mueven ustedes para que a mi las fotos me hagan clik y me dejen de hacer mal, para hacerme bien. Y siempre es bien, por qué?
Ni idea.


Una de ellas, con los ojos grandes y brillantes, con el pelo prolijamente desprolijo se encargaba de elegir la hora y el lugar para que nos juntemos, impuntualmente venía otra de nosotras (que no soy yo ni es ella) medio molesta porque siempre se le hace tarde, o porque se "colgó" en la ducha, después llegaba otra (que por descarte soy yo) con esa euforia que está solamente en la plaza, a saludar y a desarmar todo lo establecido antes. La idea de ser perfectamente imperfectas combina con nuestro estilo inevitablemente adolescente (con inclinaciones hacia lo "raro" porque si) y con nuestras ganas de hablar de todo y todos (otra vez lo mismo se repite hasta que deje de pasar)

Incansables ganas de viajar en colectivo, o lo que sea. Para volver a estar como si nunca hubiesemos dejado de estarlo. No sé si se me entiende.



(Y quedan mas y mas palabras que no pienso poner, porque me hacen poner nostálgica, y a esta hora de la mañana no me vienen nada bien)