viernes, octubre 17, 2014

En la víspera del 17, vimos salir al ARSAT 1. Obviamente que en Visha del Parque, donde viven mis viejos, lo que estaba pasando era como un cuento de hadas. No paraba de imaginar a mi viejito, seguro estaba emocionado. Cuando me llamó hacía fuerza para hablar, desvariaba, alucinaba peronismo. 

Siempre me habla, me habla de todo convencido de que la transformación a la justicia social está pasando. Saltamos de tema, nos chupa un huevo, me cuenta, le cuento, nos contamos, nos pasamos chistes, miramos culos y tetas, soy el hijo varón que no tiene. Me habla mucho porque sabe que me gusta escucharlo.

Me lo imagino con el tenedor parrillero en la mano, paradito como un niño gigante enmarcado en sus anteojos bifocales con filtro solar. Pantalones cortos de joggin, piernas blancas teta, zapatillas Nike y medias al talón. Macho argento, al lado de su chulengo, haciendo magia desde la terraza, tirando morroncitos con ajo, cortando morcillita vasca y tomando coca zero.

Me habla, me habla porque sabe que lo escucho con admiración, me promete "cuando vengas,  te llevo Negra"

"Te llevo a conocer la Facultad de Ingeniería, ahí antes era la fundación Eva Perón, nosotros los negros, los gronchos, la gilada, le decíamos ´La fundación´.Yo recibí en la escuela zapatos Gomycuer y un guardapolvo. Nos llamaba la maestra a uno por uno y nos probábamos. El que nos quedaba bien, nos llevábamos, y ya está".

Me lo imagino, atándose los cordones y  cargando su bolsito para ir al paddel y yo bardeandolo. Lo bardeo porque lo quiero locamente y me divierte arengarlo. El paddel ese es un deporte nacido del neoliberalismo, le digo. Entonces me explica que no, me encanta escucharlo, es como escuchar a un batman porteño que se quedó en el tiempo. 

"Nosotros eramos repobres. Como las ratas. Vivíamos los 4 en una pieza, no había agua caliente y encima mi viejo se murió. Yo tenía 10 años y mi hermana 8, estábamos re cagados. Así y todo, pudimos acceder a educación universitaria y pasar de clase social. Un lujazo, gracias a Perón.

Gracias a este país, tiene una jubilación digna, y paga la cuota en Boca, saca todo en doce cuotas sin interés, se puede ir de vacaciones a donde se le canta el orto, y sueña. Sueña con que vayamos de nuevo a la costa, como cuando yo era piba. Para reírnos de los pañales tirados, de las gordas en malla, para comer en el puerto y meternos a la playa sin hacer la digestión.

Gracias a este país, yo tengo a un señor de carne y hueso al que quiero y admiro locamente. Un prócer anónimo, sencillo, clase media, militante del amor y la justicia social.



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