Las nubes y las tardes
no se frenan,
el afuera es un panal
de abejas nerviosas
y para calmarlas
hay que incendiar
la ciudad y saltar.
El hormigón de los edificios
es igual aquí
y en los países bajos:
no tiene células, está muerto
¿sentís ese calor?
es el sol en mi vestido.
Volemos en ese avión
no se dónde
y no importa
vayamos a Groninga,
Frisia,
Drente,
Transisalania,
Gueldres,
Utrecht,
Flevolanda,
Holanda septentrional,
Holanda meridional,
Zelanda,
Brabante septentrional,
Limburgo,
rajemos de este huracán
tan lento e incómodo
que parece la panza
de un fantasma.
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