lunes, octubre 17, 2016

Que barato es
estar triste/


Insistente es
la instantaneidad
del homebanking
y por detrás / mi jefe
con su ritmo letal.

Vivimos sumergidos
en tormentas,
que en realidad
ni nos interesan.

Complotan contra mí
la Dirección
General de Rentas,
la AFIP,
y los segundos vencimientos.

Se me clava el DIU,
en el fondo de las entrañas,
y me marca que ya
es hora de sacarlo
(6 años,
son 42
en esta vida de perra),
hablo desde
las vísceras / más dolorosas
que la costura
de mis cesáreas
cuando cambia el clima.

Me persigue
el abandono total
y absoluto del cuerpo,
la dieta de la angustia,
el mate lavado,
y el insomnio
en las horas
previas a la lluvia.

Bailo atolondrada
para disolverme
en el costo
de alcanzar
la bendita
zanahoria
del progreso
(cuando en realidad
queríamos tomates).



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