miércoles, octubre 12, 2016

No muevas
los muebles
de madrugada
porque exploto.

El estado calamitoso
de tu boca a la mañana
es igual a un temporal
de febrero.

Pesado,
denso
como esa lluvia
que no llega.

Nube, otra vez.
Quieta, grande,
gigante, elevada.
¿Qué esperas?

Esa forma
de tus manos
ahuecadas,
no conmueve.
Tampoco
me hace acordar
a una canción.

Las horas enojados,
el humo terrible
pasan por aquí
sin pena ni gloria.

Todo es
un desastre:
nos volvimos
manchas
de humedad
en las paredes.

Lamparones
horribles
que aparecen,
y no se puede sacar.

Están,
invaden,
están
en el plano
haciendo alarde
de puras inútiles
y aburridas.

En invierno
el encierro
no fue tan violento.

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