martes, noviembre 15, 2016

El gran campeón

Se ofrece recompensa
por mi gallo luchador
decía por radio
Winston, el grande.

Un gallero del sur
conocido y temido
porque sus animales
peleaban
como dinosaurios.

"No es delito,
son monstruos de riña,
machos cabríos
que se desesperan
por un hilito de sangre".

El Winston
encontraba amor
entre tanto malevaje,
su equipo se llamaba
"los novios de la muerte"
y coronaban
a cuanto retador
se cruzaban por Bolivia.

Tenía a su favorito,
y como entre ellos
se hacen la trampa,
un día desapareció.

Lo andaban vendiendo
en dólares,
por los pueblos vecinos.
El Winston se desespera
que tres cifras,
que cuatro,
o cinco.

Como a un bicho
así, lo sacaron
en la noche.

Lo quiero de nuevo,
que no come
cualquier cosa,
que las gallinas
lo necesitan
y tiene que pelear
con el pin pon.

Así anda,
el hombre
de las organizaciones
nocturnas,
sin peleas
ni apuestas,
ni clubes de pelea.

Ya no lo llaman,
ni lo saludan,
no lo proclaman
tampoco lo retan
a pelear
con gallos peruanos,
porque sin
su Costanova
no entiende
cómo seguir
por las rutas
de esta galaxia.




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