salir del valle,
es pisar las nubes,
y cerrar las puertas.
la ventana
se abre y deja que pase,
lo que no pasa
por ningún hueco.
en algún momento
el horizonte elevado
encierra,
y nadie
se entretiene eternamente
con terrazas
de plantas chorreando.
preferir la nafta,
el cielo quemado,
de un barrio
el smog calando
el sinfín de un mar
con algas
ballenas,
peces payaso
y focas
con miedo
a ser comida
de tiburón martillo.
la boca que habité
es la interrupción
al valle del que no volví,
no hay alma,
no hay polis,
sólo un eclipse
que quema los ojos.
no hay algo que legisle
esta angustia contemporánea.
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